Carta a una gran persona.

Yo llevaba un año en Sevilla cuando tú llegaste por fin. Aún no nos conocíamos pero nuestras vidas se tenían que cruzar. A mí me pilló por sorpresa y supongo que a tí también cuando llegó el esperadísimo momento. Cuál no sería la chispa que saltó entre nosotros que desde el primer día coincidimos por completo en nuestros gustos y en todo en general. Algo cambió en mi vida, me sentía súper bien a tu lado y estaba súper agusto contigo.

Como siempre, en los principios de cualquier relación, comenzamos a vernos casi a diario, cualquier cosa era motivo para vernos y hacer de ello una celebración. Pasó el tiempo y por motivos de la vida nos despegamos poco a poco. Eso sí, las pocas llamadas que nos hacíamos nos hablabamos como si de antes se tratase, como si nos hubiesemos visto el día anterior. Pero el tiempo pasó y nos volvimos a encontrar. Todo era igual que antes, no había cambiado nada entre nosotros, esa chispa seguía viva. Nos pusimos al día el uno del otro y volvimos a retomar nuestras vidas.

Estoy hablando de una historia de hace 8 años por lo menos, que continúa en el día de hoy y que me siento orgullosísimo de poder vivirla y compartirla contigo. ¿Qué hubiese sido de nosotros si no nos hubiésemos conocido esa noche en el Líbano? Prefiero no pensarlo. Cada vez que me acuerdo de cada una de nuestras historias me siento feliz de haberlas vivido contigo.

Ni que decir hace falta que sé que estarás ahí para lo bueno y para lo malo, al igual que yo estaré a tu lado en todo momento, porque desde que te conocí te llevaste contigo una parte de mí, parte que no te voy a pedir que me devuelvas porque sé que esa parte mejor que contigo no va a estar con nadie! Doy gracias por haberte conocido y te doy las gracias por ser como eres.

Te quiero Magüi.